AÑO III - Nº4, SEPTIEMBRE 2004
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ISSN 0718-123X   
EDITORIAL
 

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La Política Energética en Chile: ¿Qué hay de regulación?
Por: Jaime Parada M.

 

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La Política Energética en Chile: ¿Qué hay de regulación?

Jaime Parada (1)

Desde hace algún tiempo hemos seguido las noticias sobre la llamada crisis del gas, de los problemas que nos ocasiona nuestra vecina Argentina al desconocer contratos amparados por protocolos y otros instrumentos, que aparentemente le darían la razón a nuestro país para exigir a nivel internacional, el cumplimiento de las cuotas acordadas. La oposición política por su parte señala, que no se tomaron todas las medidas de fuerza necesarias para prevenir esta situación, hubo negligencia dirigencial y de carácter político, imprevisión, desconocimiento de la realidad del carácter de nuestros vecinos (Argentina y Bolivia), en fin, nada está bien hecho. Lo que no vemos en la discusión, es objetividad, tampoco se ve claridad y menos soluciones. Al parecer se trata de un problema de países y no de contratos firmados por empresarios privados, se trata de un problema internacional, cuando analiza un problema que es casi local, en otras ocasiones, da la impresión de que el problema fue la elección del gas y el haber dejado de lado la construcción de centrales hidroeléctricas u otras variantes, en fin, parece que estamos centrando el problema en detalles accesorios y no en lo principal, además, también se habla de imprevisión, sin embargo los mismos que atacan a los gobiernos porque estos intervienen el mercado, hoy acusan que el Estado actúa sin considerar aspectos de seguridad, no parece serio el accionar de los actores principales, por un lado, los empresarios trasladan sus responsabilidades al Estado y los actores políticos por no haber regulado, por el otro, atacan exactamente aquello que han combatido, es decir, piden la intervención del Estado en el mercado, su regulación salvadora.

Sin duda la situación es compleja pues está en juego nuestro desarrollo social y económico, por ello es que debemos enfrentar esta situación de manera integral, en un análisis del pasado reciente, el problema actual y una solución de futuro, y de la forma de mayor objetividad posible.

Origen del problema:

La primera observación es que esta situación no se originó en 1995 cuando se firmaron los contratos y acuerdos, es una situación generada, estudiada, analizada y prevista muchos años antes, cuando se relataba que con el actual modelo económico se podría crecer a tasas superiores al 5% anual, también se sabía desde aquellos tiempos, que cada 1% de crecimiento país requiere de un aumento en la producción de energía de aproximadamente un 1,4%, es decir, para un 5% de crecimiento se requiere de un aumento de generación de energía de al menos un 7% también anual.

El gobierno de aquella época (1995) optó por una vía en la cual los estudios señalaban que era la mejor alternativa, la de mayor economía, la de menor impacto ambiental, de mejor acceso y por cierto permitía una integración hacia un país hermano que tenía problemas económicos y con el cual se estaba solucionando problemas históricos, por ello (al parecer), respalda este acuerdo entre privados y cambia con ello la matriz energética orientando la producción hacia una base ligada al gas natural. Desde ese momento comienza la inversión de reconvertir o minimizar fundamentalmente el uso de carbón petróleo y diesel, hacia una generación termoeléctrica a gas, dejando de lado lo que hasta ese momento era la fuente principal de generación eléctrica, la hidroelectricidad generada por grandes centrales.

Es aquí donde encontramos un problema, el Estado deja en manos de privados y por ende, del mercado, la responsabilidad de asegurar la importación y distribución del gas, resigna su opción de garantizar efectivamente a través de un sistema de regulación y fiscalización efectivos, y no a través de protocolos, la seguridad y regularidad de la disposición de un bien necesario para el crecimiento del país, en términos económicos y sociales, pierde un gran porcentaje de su capacidad de fiscalización y de manejo político tratando de no alterar o cambiar las reglas del juego neoliberal en pos de una igualdad de posibilidades de acceso social a un bien y a un servicio que debiera ser garantizado, además, en oportunidad y calidad. No resuelve el problema, solo traslada su responsabilidad hacia los agentes privados.

El problema de la regulación, se presenta como parte determinante en la celebración de los contratos internacionales, (no solo entre privados, sino también entre estados), producto de la globalización nos encontramos con situaciones jurídicas que no son recíprocas en cuanto a los compromisos adquiridos, ni hablar de las posibilidades de fiscalización ya que por estar amparados los productores de origen por sus normas nacionales, impiden o dificultan la homologación igualitaria de una base jurídica aplicable a los contratantes en igualdad de condiciones, de reciprocidad. Las condiciones mínimas de resguardo público son necesarias para garantizar los contratos de esta naturaleza, por ello, es una tarea pendiente buscar nuevas y creativas formas de fiscalización y garantía de los acuerdos que permitan hacer exigencias plenas de responsabilidad. En este caso, la OMC y CIADE, no dan garantías de cumplimiento, sólo permiten una instancia de solución de controversias de carácter moral de largo plazo y no exigible realmente en una sanción obligatoria. Se deberá tender a organismos de solución de controversias internacionales justas, equitativas, recíprocas y oportunas, de la forma del TPI, o en el caso de los privados, del sistema de seguros y reaseguros imperantes desde hace más de un siglo en el mercado mundial, de no ser así, estos problemas seguirán presentándose. En el caso que nos preocupa, Argentina contempla normas de aseguramiento de distribución interna, y sólo lo que sobre puede exportarse, sin embargo, la decisión de la fijación del consumo variable interno, pasa por una determinación política y por ende, no necesariamente técnica.

El Estado no se equivoca en términos económicos ya que los estudios señalan que la reconversión a gas le permitió ahorrar a Chile durante el período 1997 – 2003, US$ 2.000.000.000 en menor costo por el uso de las alternativas carbón y petróleo y US$ 400.000.000 más por generación (A. Jadresic. El Mostrador 3-05-2004, E. Canelo C. El Mostrador 7-05-2004).

El Mercurio señaló el 2 de mayo del 2004 que el ahorro por menores costos desde 1997 a diciembre de 2003 era la suma de US$ 6.000.000.000, no separa generación, del uso de combustibles alternativos –Reportajes Cuerpo D, pag. 3- M. de Economía Sr. J. Rodriguez G.


En Conclusion:

1.- Se trata de una situación entre privados respaldada por los gobiernos de Argentina y Chile a través de un Protocolo de integración comercial que no impone mayores condiciones de gravámenes para quién incumpla el compromiso, solo se incluye “proporcionalidad y no discriminación”. Las posibilidades de arbitraje son CIADE y OMC.

2.- La decisión del gobierno de la época fue acertada desde el punto de vista económico y social pues redundó en ahorros significativos para el país.

3.- No puede objetivamente acusarse a las autoridades de no haber previsto un desconocimiento del Protocolo de Integración del Gas, pues no es dable en el concierto internacional que se cambien las reglas del juego unilateralmente, por cierto, la historia pasada no asegura la certidumbre del cumplimiento, sin embargo, es necesario considerar todos los casos en que si se cumplió los acuerdos y no solo los pocos casos de incumplimiento.


Situación actual.

Chile está sufriendo los recortes de envíos de gas natural desde Argentina por disposición de sus autoridades gubernamentales, quienes aducen para ello, la necesidad de entregar el gas para producción y consumo de sus connacionales en primer lugar (de acuerdo a normas jurídicas argentinas), y luego, lo que quede de ello puede ir a la exportación. Los recortes para Chile en estos momentos alcanza cerca de los 8.800.000. de m3 diarios, (El Mercurio –26-05-2004- Economía y Negocios), esta merma afecta principalmente a una central del SIC y a dos del SING. Para Argentina en la misma fecha los recortes alcanzaban a 19.600.000 de m3 diarios (El Mercurio –6-05-2004- Economía y Negocios citando a La Nación de Buenos Aires), de ser así, ¿Sería posible alegar discriminación o falta de proporcionalidad?

Si consideramos que el gas natural Argentino representa en cuanto a elemento para generación un 37% de las necesidades de nuestro país (El Mostrador –7-05-2004- por N. Soza M.), y que las necesidades de crecimiento calculadas eran a partir del año 2002 de un 4,7%, para el año 2003 de un 5,6% y que debería aumentar entre un 6% y un 7% en 2004, nos encontramos que este recorte del envío de suministros de gas natural debería ser reemplazado por un combustible distinto (petróleo, diesel o carbón, para las centrales de ciclo combinado), más caro y según los ambientalistas, mucho mas contaminante, todo esto solo para mantener las necesidades de producción y de consumo domiciliario y de pequeñas empresas, evitando el decrecimiento, es decir, solo para conservar las posibilidades de mantener la situación actual. El mayor costo actual calculado por el Ministerio de Economía para el SING y SIC es “de US$ 36.000.000 adicionales entre mayo y octubre de los cuales US$ 6.000.000 deberán ser pagados por consumidores pequeños y los restantes US$ 30.000.000 por las grandes empresas”. Esto debe estar contenido en el aumento decretado a contar de mayo para las cuentas de electricidad en un 3,2%. Se descarta por el momento (desde el punto de vista del gobierno chileno), restricciones eléctricas o un plan de difusión de ahorro de consumo eléctrico.


Los cálculos de costo que acompañan los distintos tipos o formas de generación eléctrica señalan que la forma más barata de generación a la fecha corresponde a la generación hidroeléctrica (por cierto, no incluye el costo de construcción, estudios, e impactos que ella provoca en el medioambiente), en la escala, le sigue le generación por gas con un costo de US$ 0,035, luego se ubica el carbón con un costo de US$ 0,045, a continuación el petróleo (sus distintos tipos) con un US$ 0,050, y luego la eólica con un US$ 0,065, todas las demás formas de generación eléctrica bordean estos últimos 0,065 centavos de dólar el K/wh. Esto nos lleva a pensar que deberíamos seguir produciendo energía eléctrica a partir de hidroeléctricas y centrales de ciclo combinado de gas/petróleo, pero Chile no produce gas ni petróleo, por ello, se debiera tender a producir con agua, corriendo el riesgo de las sequías cíclicas que nos afectan, diversificando hacia fuentes libres tales como, el sol, viento, geotérmica, biomasa, etc., para generar el saldo deficitario o como norma de generación de seguridad.


Señalan los expertos que para producir una matriz energética nacional efectiva, segura e independiente, se requiere que la proporción de ingerencia en la generación por cada tipo de medios para producir energía, no sobrepase el 20%, es decir, un 20% hidroeléctrica, un 20% termoeléctrica, un 20% ¿eólica?, un 20% ¿geotérmica?, y el restante 20% una mezcla de generación solar, biomasa, mareomotriz, esto permitiría una gran flexibilización en la generación, claro está, se debe invertir en investigación (La U. de Chile cuenta con los expertos del ex PRIEN en el Instituto de Asuntos Públicos), diversificar la inversión y producir un cambio en los patrones de producción y de consumo.

La situación internacional

Chile tiene en estos momentos, respecto de esta materia, dos problemas internacionales:

a) El caso con Argentina.

Argentina sin duda deja de ser un productor confiable para Chile, se descubre de inmediato que el incumplimiento del Protocolo del Gas, hace que nuestro país busque alternativas en otras instancias, Indonesia, Ecuador, e incluso Venezuela, esto, respecto del gas, no por ello descuida la generación por otros medios, la geotermia, Calabozo I y II, reciente inauguración de generador eólico en Chiloé, etc., por otra parte, ENAP señala que la cuenca de Neuquén solo tiene reservas para menos de doce años (El Mercurio 09-05-2004- Economía y Negocios pag. 12 ) por lo tanto se deduce de inmediato, que el plan ofrecido por los productores de esa zona argentina, no pueden ser tomados muy en cuenta (Construcción de una cañería de transporte a un costo aproximado de US$ 186.000.000, que venga desde Concepción a Santiago, con lo cual podrían incrementar su entrega desde 1.000.000 m3 diarios a 10.000.000 m3 diarios, sin problemas ni riesgos), esto si se considera el plazo de abastecimiento en años, por lo demás, a la fecha actual ya se ha sufrido rebajas de envío de gas desde esa zona de exportación (para Argentina) y de importación (para Chile). Aún así, no se debe dejar por ningún motivo de lado, seguir adquiriendo gas en Argentina, sigue siendo hasta el momento la forma más económica de producir energía en el corto y mediano plazo, además, debemos por este medio aprovechar para estrechar lazos comerciales y sociales con un país fronterizo, evitando la conformación de conos de conflictos multilaterales en contra de nuestro país.

Por otra parte, tampoco es conveniente olvidar, que los capitales que explotan la energía en el país vecino, son los mismos que de una manera u otra distribuyen el gas en Chile, ello nos muestra una mezcla de intereses cruzados, que inevitablemente harán que finalmente las explicaciones argentinas, pasen por culpar directamente a los productores de no invertir –situación que ocurre actualmente- para obligar a ese país a subir los precios de venta internos a las distintas generadoras de gas, produciendo explicaciones de carácter nacionalistas de mucho peligro para las relaciones bilaterales.


b) El caso con Bolivia.

Se representa aquí una combinación muy explosiva, por una parte la sociedad boliviana pretende poder cambiar gas por territorio soberano, el gobierno de ese país presionado por las fuerzas armadas, sociales, políticas y en especial por los grupos indígenas, da a entender que por ese medio pueden lograrlo, desconocen así la fuerza de los Tratados firmados y la participación de Perú, en cualquier caso de entrega de terrenos, de acuerdo al mismo Tratado de 1904. Por otra parte, ese país necesita vender su gas para comenzar un desarrollo sostenido de su situación económica y política.

Chile requiere de energéticos para consolidar los avances, sin embargo, también a nivel popular, no está dispuesto a ceder territorio a cambio de una materia que reviste carácter comercial y de un bien que por sus características, explotándolo en forma racional, tiene un fin natural por agotamiento.

Se observa así un cambio inequitativo ya que por una parte se entrega un bien que no se agota en su dimensión física (territorio), por uno que si se agota (el gas natural) aún por grande que sea la reserva.

Desde el punto de vista estratégico lo que convendría dado esta situación, es que si se llegara a poder hacer negocios con Bolivia, se haga en términos de mercado normal e incluso según necesidad, pagando un precio superior, con el objeto de ayudar al desarrollo de ambas naciones, todo esto, sin causar una dependencia grave para Chile.

La situación de mayor complejidad se presenta cuando Bolivia decide vender gas a Argentina con la condición de que no venda una sola molécula a terceros países, esta situación de hostilidad hacia nuestro país, es una muestra de la animadversión de nuestros vecinos. Brasil también tiene acuerdos firmados para adquisición de gas boliviano y con condiciones un poco más onerosas, con lo cual podríamos encontrarnos con problemas interamericanos y con prácticas comerciales discriminatorias y consecuentemente, ponernos al borde de un rompimiento de los acuerdos comerciales y de integración regionales. Nada de esto finalmente beneficiará a nuestros países, otros contarán los dividendos de nuestra discusión.

De los antecedentes entregados se desprende:

1.- Se seguirá manteniendo la generación eléctrica basándose en la sustitución de gas natural por carbón, diesel o petróleo, con el objeto de no producir mermas en la entrega de energía a los productores (grandes y pequeños) y a los domicilios.

2.- Se aumentará por ello los costos de producción de electricidad, lo que causará un aumento en las tarifas de los consumidores de manera proporcional a su utilización.

3.- Se comenzará a estudiar un plan de diversificación de la Matriz Energética en la cual se considere entre otras cosas y en forma primordial, el uso de energías renovables independientes de países y de situaciones que no sean las naturales, de libre disposición y en cantidades inagotables (Sol, viento, agua de mar, geotérmica, etc.). No se señala en este estudio la energía nuclear pues se considera demasiado riesgo para el medioambiente y la población. Solo se considerará como un último recurso.

Futuro energético chileno

Los estudios actuales señalan, respecto del gas, que Chile tendría grandes reservas de gas en la costa, los que abarcarían desde la V a la VIII Región, la situación y el costo de explotación, obtención, preparación y distribución, se calcula podrían estar el año 2006. Se señala que ya existiría interesados en su explotación (Japón y Rusia), esto podría mitigar en algo el problema.

Dados los problemas existentes respecto a la generación de energía, es posible pensar que ahora se hace imprescindible el hacer algunos cambios a la orientación de la Matriz Energética Nacional, para ello sería interesante tomar en cuenta las distintas formas y posibilidades que tiene nuestro país para la generación de energía en forma sustentable, y en especial renovable. Las amplias posibilidades de generación eléctrica eólica, gas, hidroeléctrica, geotérmica, solar, biomasa, mareomotriz e incluso la energía nuclear no radioactiva, debieran considerarse seriamente, en una matriz diversificada, en donde ninguna de ellas produzca una dependencia determinante, o favoreciendo aquellas en que el costo/beneficio-social fomente el crecimiento país.


Notas:

(1) Administrador Público, Universidad de Chile. Profesor Asistente del Departamento de Gobierno y Gestión Pública del INAP.

 

AGENDA PÚBLICA / AÑO III– N° 4 - Septiembre 2004

®Agenda Pública, Preparada por el Departamento de Gobierno y Gestión Pública
del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.