Las elecciones municipales chilenas del 2004, miradas
como contienda entre las dos grandes coaliciones político-electorales
(Concertación y Alianza por Chile), podría ser vista en
términos de sus resultados como cuatro enfrentamientos interpretables
en forma separada.
El quién ganaría podría entenderse
como:
a) ¿Qué alianza sacaría un mayor
número de concejales?
b) ¿Qué sector obtendría un porcentaje mayor
de votos válidos para concejales?
c) ¿Qué combinación de partidos vencería
en el número de alcaldes?
d) ¿Qué pacto electoral lograría un porcentaje
más elevado de alcaldes?
Bajo esta perspectiva, podría considerarse una
pelea a 4 rounds, donde cada uno de ellos podría ser evaluado
separadamente.
Se podría decir que el número de concejales
electos y el porcentaje de sufragios logrados para elegir dichos cargos
están fuertemente relacionados, aunque por el carácter
par del número de concejales y el carácter proporcional
de la fórmula electoral que lo regula (doble D´Hondt o
Van Walle) bien podría ocurrir que pequeñas diferencias
de porcentajes de votos no se traduzcan en diferencias de número
de concejales y de porcentajes de éstos.
Distinto es el caso de la elección de alcaldes,
la que por primera vez desde el restablecimiento de la democracia, se
hacia en forma directa con un procedimiento de mayoría simple.
En este
caso, las diferencias en el número de alcaldes y porcentajes
de alcaldes obtenidos podrían ser mayores que el porcentaje de
votos obtenidos para estas elecciones por las dos grandes coaliciones.
Ciertamente, el circunscribir el análisis
de la elección exclusivamente a las dos grandes coaliciones electorales
desconsiderando los resultados electorales obtenidos por la alianza
de Comunistas y Humanistas-Verdes (Pacto “Juntos Podemos”)
es inadecuado, sobre todo se si quiere examinarlos comparativamente
con desempeños electorales anteriores. Y no cabe duda que si
hay un vencedor relativo, por su crecimiento electoral comparativo con
la elección precedente de la misma naturaleza, es la del pacto
“Juntos Podemos”.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DE ALCALDES
En las elecciones de alcaldes la Concertación
de Partidos por la Democracia obtuvo el 44,79% de los votos y la Alianza
por Chile el 38,65%, vale decir una diferencia de 6,14%.
Sin embargo esta diferencia se transformó en una
diferencia considerable en el número de alcaldes porcentual de
votos, puesto que los partidos de la Concertación obtuvieron
205 alcaldes contra 103 de la Alianza por Chile.
Por su parte, el Pacto “Juntos Podemos” logró
4 alcaldías.
Si se traduce a porcentajes esta distribución
del número de alcaldes, la Concertación se quedó
con el 59.4 % de las alcaldías y la Alianza por Chile con el
29.8 %.
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES DE CONCEJALES
En las elecciones de concejales la Concertación
obtuvo el 47,91% de los votos y superó por algo más del
10% de los votos a la Alianza por Chile que logro el 37,66% de ellos.
Ello se tradujo en que la Concertación ganase
1120 concejales y la Alianza por Chile 877.
Por su parte, la Alianza Partido Comunista-P. Humanista
Verde consiguió un sorprendente 9,14% de los votos y 90 concejales.
En comparación con las elecciones municipales
precedentes (del año 2000) la izquierda extra-parlamentaria es
la única coalición que obtuvo un crecimiento relativo
por cuanto casi logró doblar su votación de 4 años
atrás.
En cambio, en concejales la Concertación de Partidos
por la Democracia disminuyó su porcentaje de votación
desde el 52,13% en las elecciones municipales del 2000 al 44,79% en
las del 2004. Incluso, decreció su porcentaje de votación
con respecto a las elecciones de diputados del 2001 en que había
obtenido el 47,90% de los votos.
Otro tanto aconteció con la votación porcentual
de la Alianza por Chile, la que descendió desde el 40,09% en
las municipales del 2000 a 38,68% en las contienda de concejales del
2004. Aunque este descenso es pequeño y menor al de la Concertación,
el pacto opositor tenía como referente de desempeño electoral
el 44,27% de la votación que había conseguido en la elección
de diputados del 2001.
INTERPRETACIONES POLITICO-PARTIDARIAS DE LOS RESULTADOS
EN LA CENTRO-DERECHA
En la Centro-Derecha los resultados de las elecciones
fueron desilusionantes de acuerdo a las expectativas que sus principales
dirigentes se habían forjado.
Las declaraciones emitidas, antes de las elecciones por
Jovino Novoa y Sergio Diez, hablaban de un empate en porcentajes de
votación con la Concertación de Partidos por la Democracia.
Aún más, Joaquín Lavín llegó a señalar
que el porcentaje de votos que la Alianza por Chile alcanzaría
superaría con creces los desempeños anteriores del pacto
electoral de la centro derecha.
Además de perder un 1,4% en la votación
para alcaldes, la Alianza por Chile perdió 65 alcaldes, muchos
de los cuales iban a la reelección y se daban por reelectos,
como Miranda en San Bernardo, Alarcón en Peñalolen y Sepúlveda
en Maipú.
¿Cómo interpretó la centro-derecha
sus precarios resultados electorales que no se ajustaron a sus expectativas.?
Las explicaciones dadas por los dirigentes de la Alianza
por Chile fueron muy variadas, y se extendieron desde una mala selección
de candidatos hasta un trabajo de campaña defectuoso.
La desacertada elección de algunos candidatos
se habría producido por mantener el principio de que los alcaldes
en ejercicio deberían conservar sus candidaturas. Tal privilegio
tiene sentido cuando tales alcaldes han sido bien evaluados en el desempeño
de sus cargos por las encuestas preelectorales, y los electores muestran
una tendencia mayoritaria a votar por ellos como una expresión
de “voto de premio”. Pero cuando no es así, el aferrarse
al principio” de quien posee el cargo de alcalde retiene el privilegio
de ser nuevamente candidato” es una torpeza suicida. Las ventajas
de ser “conocido solo sirven si son acompañadas de una
buena evaluación de gestión municipal”.
¿Hubo estudios evaluativos de dichos desempeños?.
Al parecer no.
Otra explicación entregada para hacer comprensible
la disminución de alcaldes es el cambio de una elección
indirecta a otra de naturaleza directa.
La elección indirecta le permitía a la
centro-derecha, bajo el supuesto de una disciplina electoral que concentraba
la votación en uno de los candidatos de la lista o sub-lista,
hacer posible en muchas comunas que uno de sus candidatos obtuviese
la primera mayoría relativa.
En cambio, en la Concertación de Partidos por
la Democracia no aconteció lo mismo en las elecciones municipales
del 2000, ya que ambas sub-listas, la de la Democracia Cristiana y la
del PRSD, P. Socialista y P. Radical pugnaban por hacer que algunos
de sus candidatos tuviese la primera mayoría relativa. A la dispersión
de votos en la Concertación entre los diversos candidatos de
las sub-listas, la Alianza por Chile opuso una estrategia electoral
de concentración de votos en torno a candidatos privilegiados
por acuerdos electorales.
Tal explicación sería muy plausible, si
se tiene en cuenta que varios candidatos a alcaldes de la centro-derecha
que iban a la relación subieron considerablemente su votación
con respecto al año 2000 y no lograron obtener la primera mayoría
relativa.
Ello aconteció con Roberto Sepúlveda en
Maipú que subió de 23,4% en el 2000 a 41,85% y no retuvo
la alcaldía, a pesar de pasar de 25.272 votos personales como
candidato a concejal a 51.726 votos.
En el año 2000 el método indirecto de votación
para alcaldes favoreció a la Alianza por Chile que ganó
65 alcaldes en comunas donde la votación agregado del pacto de
centro-derecha era menor que la de la Concertación. Esta vez,
al verse obligada a consensuar un candidato único a través
de negociaciones, la Concertación logró recuperar 38 de
las 65 alcaldías perdidas en el año 2000.
Otra explicación alternativa y no excluyente de
las anteriores, y relacionado con algunas malas decisiones en la selección
de los candidatos, estaría en el perjuicio causado por lo que
se denominó “los descolgados del pacto”.
Muchos candidatos que al sentirse perjudicados por sus
partidos o coalición que no los seleccionaron como candidatos
a alcaldes optaron por hacer abandono de ellos y presentarse como independientes.
Algunos de ellos tuvieron mucho éxito electoral, porque ganaron
las alcaldías, demostrando de paso que los estudios pre-electorales
no fueron utilizados para decidir quién era el mejor candidato.
También se escucharon quejas en la centro-derecha
de que se habían “presidencializado” las campañas
municipales a pesar de que debían tener un fuerte carácter
local, y que había predominado un “exitismo” demasiado
optimista que habría disminuido el esfuerzo necesario en las
actividades de campaña, y que además el Ejecutivo a través
de ministros de estado, intendentes regionales, gobernadores provinciales,
seremis había “intervenido fuertemente” en los procesos
electorales, sobretodo en comunas pequeñas y de tamaño
medio, particularmente las de las zonas rurales.
Por último y como una especie de confesión
de autoculpa, hasta el eslogan de campaña “Viva el cambio”,
que Lavín utilizara en la campaña presidencial de 1999-2000
fue sentado al banquillo de los acusados por desgastado y carente de
poder de atracción, como si los eslóganes de campaña
fueron inductores directos de la decisión de voto.
INTERPRETACIONES POLITICO-PARTIDARIAS DE LOS RESULTADOS
EN LA CENTRO-IZQUIERDA Y LA IZQUIERDA EXTRA-PARLAMENTARIA
Los resultados de la elección fueron valorados
positivamente por la Concertación de Partidos por la Democracia
porque ella continuaba siendo la coalición más votada.
Particularmente satisfecho se mostró Adolfo Zaldivar
porque su partido había logrado detener la tendencia persistente
al descenso y había sido el partido que más alcaldes y
concejales había obtenido, superando a la UDI.
Sin embrago, la sub-lista integrada de Socialistas, Pepedes
y Radicales Social-Demócratas, superaron en porcentajes de votación
en la elección de concejales a la Democracia Cristiana.
A diferencia de la Alianza por Chile, los dirigentes
de la Concertación de Partidos por la Democracia no abundaron
en explicaciones de los resultados electorales, salvo los propios de
la retórica política que asociaban ellos al reconocimiento
del buen gobierno del Presidente Lagos y de la Concertación de
Partidos por la Democracia.
CARENCIA DE DATOS EMPIRICOS QUE DIFICULTAN
UNA ADECUADA EXPLICACION
Una de las limitaciones mayores con las que nos enfrentamos
para fundar interpretaciones del por qué de los resultados de
las elecciones de alcaldes y concejales radica en que no se trata de
una sola elección como lo sería la presidencial o de varias
como son las senatoriales o de diputados.
Se trata de 345 elecciones distintas y diferentes según
se trate de elegir alcaldes o de concejales municipales. Y las variables
que pueden explicar la decisión electoral de los votantes son
múltiples.
Otra consideración importante a tomar en cuenta
son las orientaciones básicas de los electores.
Nuestro electorado no es homogéneo. Cerca de la
mitad de él vota tomando en consideración la pertenencia
partidaria de los candidatos. Se trata de electores que han desarrollado
una identificación partidaria y es ésta la que los hace
preferir votar por candidatos del partido que a ellos los representa
sicológicamente o al que distingue como preferido.
Para este tipo de electores, el candidato es relativamente
secundario porque lo importante es el partido. El candidato se puede
tornar importante para este tipo de electores si hay varias alternativas
de candidaturas. Es en estas circunstancias donde pueden operar consideraciones
personales de distinción o diferenciación. Empero, algo
mas de la otra mitad del electorado señala que al votar toma
en consideración no el partido de pertenencia del candidato sino
características personales de éste, como podrían
ser conocimiento, experiencia en el desempeño del cargo, y percepción
de atributos de capacidad, honestidad y otros similares. Este es el
típico elector que vota por personas, independientemente de partido
o sector político del candidato.
Estos datos que han sido proporcionados sistemáticamente
por la serie de estudios de opinión pública del CEP son
limitados en varios aspectos.
Una primera limitación es que no considera la
identificación con sector político (Concertación,
Alianza por Chile, “Juntos podemos”), la que es distinta
de la partidaria. Una persona podría haber generado una identidad
con la centro-derecha y sentirse pro-alianza y no poseer preferencias
por ninguno de los partidores específicos que la integran. Este
tipo de elector posee una fidelidad electoral al sector, pero puede
votar alternativamente por un candidato UDI o de RN, según las
circunstancias. De la misma manera, un “concertacionaista"
que no posee una preferencia por ninguno de los partidos que la conforman
obrará de la misma manera. Hoy puede preferir a un PPD, mañana
un DC o un socialista. Creemos que se puede hipotetizar que cuando una
coalición de partidos ha actuado por un largo periodo con cierta
estabilidad permanente en el tiempo como ha ocurrido en Chile en los
últimos 15 años se podrían estar conformando identidades
políticas que sobrepasan a la de los partidos y sean de sector
coalicional. Otro problema relacionado con lo anterior es la percepción
del tipo de elección, en término de visualizarla como
fundamentalmente político o no.
¿Qué tipo de elecciones tienen un alcance más político
y en cuáles menos?. ¿En qué clase de elecciones
predisposiciones como identidades partidarias o coaliciones juegan más
que otros factores?. ¿Cómo podrían ser factores
personales de los candidatos?.
Y más específicamente, en el caso de las
elecciones de alcaldes, ahora directas, influye más la preferencia
partidaria cuando ella es tenue que el tener un buen alcalde aunque
sea de otro sector político, cuando se trata de electores con
preferencias partidarias?.
Ciertamente no lo sabemos a través de datos provenientes
de un conjunto de investigaciones que nos permitan responder sin especular
a base de impresiones que podrían ser acertadas o erróneas.
Hay que reconocer que no para distintos tipos de elecciones
tenemos una tradición de investigación acumulativa sobre
los determinantes de la votación. Y la gran cantidad de estudios
de carácter preelectoral de que han dispuesto los candidatos
en Chile, además de ser privados, no procuran responder las preguntas
que tienen una mayor relevancia político-científica.
Una elección directa de alcaldes constituye una
típica elección compleja porque en ella concurren una
multitud de factores.
Y pensando tan solo en los electores “libres”
sin identificación partidaria o de sector, hay que tomar en consideración
en el caso del alcalde en ejercicio que va a la reelección, si
las percepciones de desempeño general son positivas, o si lo
son si la imagen de éste como “realizador local”
superan a la de su adversario.
¿Qué sucede cuando un alcalde en ejercicio
es comparado con un desafiante a quien se percibe con mayores posibilidades
de efectuar un mejor gobierno local para mencionar tan solo algunos
factores de “racionalidad política”?.
Mientras es efectivo que quien se siente identificado
con un partido también lo está con la coalición
a que ese partido pertenece, lo inverso no es real, y bien una persona
puede sentirse de derecha y pro-Alianza por Chile sin preferir ni a
la UDI o a RN.
Relacionado con este problema de las identificaciones
con sector político y/o partido está la intensidad de
las identificaciones.
Metodológicamente en la elaboración del
instrumento de medición la pregunta correspondiente destinada
a medir identificación partidaria que en Estados Unidos se utiliza
es del tenor siguiente:
Con respecto a los partidos ¿Ud. se considera
republicano, demócrata o independiente?.
Y para los que señalan que se sienten demócratas
o republicanos, se le pregunta adicionalmente cuán demócrata
o republicano se autoconsideran, distinguiendo entre “strong”,
“republican o democrat” y simplemente “democrat”
o “republican”.
Esta diferenciación entre sentimientos “fuertes”
y “moderados” es importante porque mientras mayor es la
intensidad de la identificación, mayor es la lealtad del votante.
Otra interrogante de investigación que tenemos
y que no se ha resuelto por medio de la investigación empírica
es cuanto pesa la identificación partidaria en los distintos
tipos de elecciones políticas. En el caso específico de
una elección de alcaldes, ¿es ella vista como política
totalmente en los electores de preferencias partidarias no intensas?.
¿Le importa más favorecer a un partido que tener un buen
alcalde, aunque no sea del partido preferido?.
Lo que hay que tomar en consideración es que detrás
del voto para un alcalde existe una pluralidad de motivaciones distintas.
Algunos podrían tener como motivo básico el partido o
sector de pertenencia del candidato, otros el desempeño en el
mismo cargo (cuando se va a la reelección) y se trata de premiarlos
o castigarlos, e incluso podrían haber quienes voten simplemente
porque los conocer y les “tinquen”. Es esta diversidad de
razones las que exigen un conocimiento empírico fundado en investigaciones
científicas.
LOS DESCOLGADOS Y LAS LECCIONES QUE DEBERIAN APRENDER
LOS PARTIDOS
Uno de los fenómenos electorales de interés
que arrojó esta elección fue el sorpresivo triunfo que
algunos candidatos a alcaldes obtuvieron compitiendo como independientes.
Se les denominó los “descolgados”.
Término que aludía la situación de aquellos alcaldes
o concejales que al ser privados de candidaturas que creían merecer
por sentirse apoyados por parte importante del electorado, optaron por
presentarse como independientes.
Fueron muchos los “descolgados” exitosos,
porque a pesar de no tener al apoyo electoral de sus partidos y coaliciones,
demostraron que eran preferidos por la mayoría del electorado.
Hecho que ratifica la importancia de los votantes de personas.
El triunfo electoral de los “descolgados”
que lograron alcanzar alcaldías con sus votaciones personales
dejó en evidencia las falencias que operaron en las coaliciones
partidarias tanto de la Concertación como de la Alianza por Chile
a la hora de seleccionar candidatos en algunas comunas.
Y ciertamente en una coalición electoral de 4
partidos como lo era la Concertación y de 2 como en el caso de
la Alianza por Chile, se hace inevitable hacer concesiones a los socios
electorales que implican sacrificar las aspiraciones individuales de
algunos políticos locales.
Sin embargo, el realizarlo a través de acuerdo
copulares de dirigentes políticos que prescindían de la
realización de encuestas pre-electorales demostró ser
un camino tradicional y equívoco. Es de esperar que los partidos
políticos aprendan esta elección y no vuelvan a tropezar
nuevamente con la misma piedra en las próximas elecciones municipales.
LAS IMPLICACIONES DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES PARA
LAS PRESIDENCIALES DEL 2005
¿Tienen las elecciones municipales consecuencias
para preveer lo que ocurrirá en las presidenciales y de congresales
de fines del 2005?.
Hay quienes creen ver la contienda municipal del 2004
como una especie de pre-anuncio de lo que ocurrirá a fines del
2005 y sacan pronósticos optimistas respecto de tales resultados.
Para ellos la Concertación de Partidos por la Democracia retendrá
la Presidencia de la Presidencia de la República y la mayoría
en ambas cámaras.
Tal creencia se basa en pensar que el voto para concejales
y alcaldes representa una opción por una coalición u otra,
sin que existan electores de personas, los que son la mitad del cuerpo
electoral.
Estos electores de personas, en las futuras elecciones
presidenciales del 2005 tomarán sus decisiones en función
de las percepciones que se formen de los candidatos y de sus ofrecimientos
de políticas públicas de sus opiniones sobre la sinceridad
y capacidad de éstos. Las discrepancias en las cifras de votaciones
para alcaldes y concejales en una misma columna muestra esta tendencia
al split-ticker tan propia del votante de personas.
Lo que se podría contribuir a un mayor optimismo
de los dirigentes de la Concertación de Partidos por la Democracia
–cuyo candidato(a) partirá su campaña más
tarde que Joaquín Lavín- es en el evento de una segunda
vuelta presidencial el que los votantes de “Juntos Podemos”
se inclinen mayoritariamente por la opción presidencial concertacionaista.
Ellos aunque críticos de la Concertación y sus gobiernos,
podrían votar por el candidato de ella como las menor.
Pero un apoyo explícito de parte de comunistas
y humanistas-verdes supondría negociaciones y acuerdos no fáciles
de lograr.
Con su cerca de 10% de votación en concejales,
el electorado de “Juntos Podemos” podría ser decisivo
en una segunda vuelta presidencial reducida a las opciones de Joaquín
Lavín y el candidato(a) concertacionista bajo la hipótesis
que en la primera vuelta ningún candidato obtuviese mayoría
absoluta.
Notas
(1) Magíster en Ciencia Polítca,
FLACSO, Magíster en Sociología FLACSO, Magíster
en Estudios Internacionales, Universidad de Chile. Profesor Adjunto
del Instituto de Asuntos Públicos, Director (s) del Departamento
de Ciencia Política del INAP.